Nuestros hermanos reunidos en Bangkok
vienen de todas partes del mundo.
Existen muchas diferencias culturales entre ellos. Si ellos no sirvieran al mismo Señor, estas
diferencias podrían causar mucha división. Sin embargo, la diversidad no es una amenaza a la unidad cuando
inclinamos nuestras rodillas ante el mismo Señor y juntos nos comprometemos a
su palabra, la Biblia. A veces es fácil
confundir a la unidad con la uniformidad. La uniformidad consiste en actuar por igual en nuestras acciones
externas. La unidad surge desde adentro
gracias a la obra del Espíritu Santo. Oremos hoy por estos delegados de Charis mientras hablan de sus
creencias comunes y de su compromiso con Dios. Oremos que el Espíritu de Dios les dé unidad a pesar de sus diferencias y
que guíe sus palabras y sus pensamientos durante estas discusiones.
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